18.4.13


entré al blog, hace mucho que no lo hacía (se ve que ando saudosa). Nunca me imaginé que las mujeres jugaran a las bochas, en Moisés Ville sólo jugaban los hombres, y los hombres de ascendencia italiana, los judíos no juegan a las bochas. La cancha siempre me pareció o me parecía en la infancia un lugar inmenso. Recuerdo que estaba el panadero, todo vestido de blanco, creo que me llamaban la atención las alpargatas blancas, todo él de blanco en un lugar en que se usaban alpargatas para trabajar en el campo. Me debe haber parecido un continuum con la harina. Lo interesante de esa cancha de bochas es que en las fiestas se cubría con tablas, que le habían comprado a un primo de mi papá de Santa Fe (él era rico, no jugaba a las bochas, sino que esquiaba) y la cancha de bochas se convertía en el salón del club. Ahí se hacían las grandes fiestas y los bailes en invierno o cuando llovía en verano, si el tiempo estaba bueno, se hacían en la cancha de basquet. Perdón por el relato pero se ve que me despertó una nostalgia bárbara de mis años de niña y de adolescente. Era un lugar en el que, en general, era muy feliz y en el que mi padre construyó la pileta en una de las veces que fue presidente y a mí se ve que me hacía sentir muy orgullosa.